9 enero 2022

La voz de las libélulas

Ángel Haro

Por otro lado hay voces capaces de transmutar panes en peces, es decir, remotos rincones de vida en pequeñas bombas de emoción, de misterio. Ahí están sus palabras ante nosotros, frágiles como azafranes sobre las páginas de un libro delgado que tenemos entre las manos. Parecen inofensivas, pero en el momento más inesperado inician un ritmo derviche que evoluciona en tornado, asolando elegantemente todo a su paso, restañando el pasado y el futuro en un instante.

Pero hay magas en las que habitan las dos voces al mismo tiempo. Si alguna vez, por un feliz azar te encuentras una, procura anclarte con fuerza al mástil más robusto con los ojos y los oídos bien abiertos. Porque cuando se abra camino por el centro de tu pecho o de tu boca ya no serás capaz de oír tu propia voz porque que la suya la habrá sustituido sin remedio. Después se alejará dejándote mudo, correrás a buscarla pero ya será tarde.

Mi amiga Lara López es una de estas magas. La he escuchado mil y una vez: en pleno fragor de la trementina, en el travelling infinito de un viaje nocturno, bajo el eco de las piritas, en una catedral de manganeso, en el infierno de una cama insomne y hasta en lo alto de una ola. En cada ocasión, el paisaje se ha teñido de un inquietante aleteo de libélulas, y aunque sabemos que la libélula es un animal que no existe, todos hemos creído ver una alguna vez. Yo, sin ir mas lejos, recuerdo haber visto una vez una posada sobre el mismísimo brazo de Lara.

https://www.laopiniondemurcia.es/cultura/2021/12/18/voz-libelulas-60799795.html?fbclid=IwAR1u70X2Tn_Wy9tsTWBWLNyQAfm20uTtobSKTk_50FzmZOT5T0yYmfWzXRM