Lara López quizás es más conocida por su labor en Radio 3, emisora que dirigió varios años. Cuenta en su haber tres libros: Óxido (2004, segunda edición en 2015), Insectos (2017), Derivas (2019) y ahora, Liliputienses le prepara una Antología de bolsillo en la que se añaden textos inéditos.
Del primer libro, Óxido, podemos destacar su atención primorosa a lo muy concreto, primerísimos planos, de secuencias muy depuradas en una prosa mínima, muy expresiva en las imágenes pero sin alardes de recursos literarios: “Abro y cierro las tijeras, muy deprisa, como si estuviera a punto de tomar una decisión”. Podríamos recomponer un film a través de estas viñetas en la que los personajes, como en una película de Godard, expresan los sentimientos a través de pequeñas acciones, de recuerdos, de una heterogénea mezcla de sentidos y paisajes: “Una foto de L. es la que más llama la atención (…). Unos ojos desafiantes y listos que en los peores momentos también saben mirar. L. tiene una sonrisa grande en la que pasan cosas”.
Una suerte de pequeños desamparos en las relaciones personales, en el amor en estos tiempos inciertos: “L. está metido en tu cama. Cuando se quitó los calzoncillos viste que eran de marca. No paraba de sonreír como si estuviera de fiesta. Restregaste tus mejillas contra su barba. Se ha metido en tu cama como si fuera suya. No sabes si eso te gusta”. Una historia de encuentros y desencuentros con un final: “Imagina que te dice que ya no está seguro de quererte. Imagina que te lo dice sin mirarte a los ojos. (…) No puedes reprocharte no haberle dicho que su camisa estaba manchada”. Mientras, en la pantalla vemos citados a Ágata Ruiz de la Prada, Harry Potter, Mapti, y nos vamos acomodando a las rutinas y a cómo el tiempo va tapando las emociones intensas: “Manual de cicatrización de heridas crónicas. Si esto y en silencio se oye un zumbido permanente. Al principio pensé que era el frigorífico.
En cambio, Insectos, se estructura a través de las familias y ya encontramos poemas en verso. Una suerte de entomología sentimental de un mundo de afectos líquidos: “Justo lo que necesitaba. / Una conversación sencilla. / Algo de sexo. / Llámalo amor, pienso”. Aportan los insectos las metáforas adecuadas para clasificar a los seres humanos y las relaciones entre ellos: “Una mujer delgada y nervuda que habla de Violeta Parra. /…/ NO fue un buen comienzo. / Llegaste y te comiste mi alma”; “El hijo que dice que ya no tiene madre / pero sí muchos números de teléfono”. Continúa Lara López con las referencias musicales de todo tipo, de la ópera al blues y el rock de los años 50, el pop orquestal de principios del XXI, autores clásicos y contemporáneos, que escriben ensayos o guiones de series televisivas. convien Jessye Norman, Miles Davis, Dante, Chuck Berry, Blind Willi Johnson, Straus, Sorkin, Didion, Morente, Ruibal, Tindersticks…: “El misterio del bien y del mal, / explicado no por Dante, / sino por aquella serie de televisión / que siempre nos hacía llorar /…/ Dice que estamos vivos de milagro / y nos reímos tontamente durante un buen rato” [Jessye Norman (Blues a Carlos Vilchez)].
Derivas, claramente representan momentos y experiencias más variadas, como el propio título ya nos avanza. Son versos basados en frases cortas, en impresiones, como notas de viaje. Un viaje físico, por otra parte, a través de Grecia y sus islas: “Y el frío que hace. Pandora y sus ideas geniales / a partir de las diez. Y entonces ni jacarandas / ni tilas, / solo estornudos. / Habría que aprender a escoger mejor” (Meltemi). Un viaje salpicado de anécdotas que arrastran hacia distintos lugares, como una deriva: “Antes de salir, los tres hablamos / de Elisabeth Taylor y de Antonio Machado, / pero nadie comenta nada / sobre la pobre civilización minoica” (La Guía).
Por lo que respecta a los inéditos, continúa la exploración del momento fugaz, el instante como motivo para la poesía, como elemento evocador: “Traduzco o teu lengo vermelho / y me parece oler a trementina /…/ Tengo la imagen de tu rostro / (yo también la tuya) / sentada entre esos árboles” (Parroquiana). También como punto de partida que puede surgir en cualquier elemento del clima emocional o puramente atmosférico: “El viento de estos días, qué primavera rara, / tan lluviosa que parece primavera. Ríete, anda /…/ No te vayas, te digo. Deja que me haga a la idea / de no volver a verte en un buen tiempo” (Tiempo circular).
Hay en la poesía de Lara López un punto de desengaño un poco ácido (“el ramo será ceniza y buscará canciones / que serán himnos tu siguiente / cumpleaños”, Cantueso), o quizás irónico, como en el poema dedicado a Álvaro Hernando: “Ya no me llevo bien / con casi nadie. / Y sé por Carver que esto /…/ suena a historia de una vida” (Confesión). En estos últimos, también un deseo de renuncia, de partir, de abandonar lo establecido: “Y huir, huir, huir / mirar hacia delante” (Puerta); “También el horizonte, / nubes de lluvia. La cal / en el suelo. La tormenta” (En el patio). Aunque solo sea para encontrarse a sí misma y volver:
“De puntillas, me asomé al interior del castaño
en el lugar más escondido, altar del tronco hueco.
Las alargadas hojas ocre junto al musgo.
Las rapaces hicieron crepitar el manto del cariño.
Y volví otra vez a casa, casi en calma, en silencio” (Paseo)
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