El ciervo entra en la charca. Se detiene.
Bebe la lluvia en que voló la garza.
Levanta la testuz, huele en la brisa
el oscuro metal en las manos del hombre.
Más allá de la línea de encinas y carrascas
un silencio se ha hundido en las frondas, secreto.
No se mueve una nube. Y los pájaros callan.
Sólo una mosca terca zumba en torno al hocico.
De La misma sombra,
un poemario de Serafín Portillo.
( Tremenda experiencia en Alcántara y Brozas.
En cuanto me recupere, os contaré).